UNA NUEVA PRIMAVERA: UN NUEVO MIRAR
Un nuevo
inicio de Primavera. Una primavera atÍpica con tormentas y borrascas climatológicas.
También como no, con una “pandemia” vírica que afecta a todo el Mundo. De China
a Oriente Medio, a la Vieja Europa y a América, …, se ha extendido con tal vertiginosa
velocidad que en pocos días todo se ha visto trastocado, infectado, y ahora
supeditado a un nuevo existir.
Ese tal “Nuevo
Existir”, ha cambiado las actitudes del HOMBRE del Siglo XXI, el comportamiento
Social y con ello el planteamiento Económico que el Neocapitalismo había
aposentado desde el inicio del siglo hasta estos nuestros días.
Quo Vadis,
asertaban los romanos en la época de las antiguas civilizaciones. Hoy ese “Quo
Vadis”, se refleja en una interrogante donde la generación humana actual, se
auto infligen para orientar su existir en el mañana venidero, si cabe la
posibilidad de crear ese mañana en Libertades reales sin estar subyugados a Ingenierías
Economicistas distorsionadoras del existir diario de un mañana más indeciso que
lo haya sido en estas décadas anteriores.
Hoy,
observando desde mi “Arresto Domiciliario”, o supuesto “Acuartelamiento Forzado”,
muchos recuerdos reviven de aquellos años de mil novecientos setenta y ocho y
setenta y nueve, de nuestra estancia por Córdoba y Sevilla cuando tocó realizar
el Servicio Militar Obligatorio y de remplazo. Una experiencia particular y
peculiar. Entrañaba esa estancia unas circunstancias y unos condicionantes que
en mayor o menor grado iban a servirle a la Persona como pautas de Actitud y
Comportamiento en su existir diario en su futuro inmediato.
Casi
ochocientos Kilómetros de distancia y cuarenta y dos años de diferencia, hacen
que muchas cosas se hayan difuminado en la memoria e inclusive otras muchas se
hayan ensombrecido en el olvido.
¿Por que
hoy (que hemos cumplido siete días de este enclaustramiento contra el virus que
está poniendo al Mundo a sus pies) es cuando realizamos esta apología del
recuerdo o catarsis de reflexión? Hay un entresijo que en estos días anteriores
de bombardeo de cifras y estadísticas de nuestra población, a las víctimas y
decesos que llevamos computados por este extorsionador COVID-19. Las orquillas
de población entre las que se vienen a englobar las victimas de afectados,
fallecidos y recuperados, transformando nuestra población en un puzle
estadístico como macabro.
He
aprovechado, algunos momentos de la tarde para asomarme a la terraza de nuestro
piso, en este pueblo diezmado por un cierre total de su modus vivendi: . Hemos estado atentos a ese transitar minimizado de vehículos y hemos
tomado conciencia que de aquellos habitantes que aún podíamos decir y llamar “Una
población curiosa”, hoy queda un reducto de vecindad que no sobrepasamos los
seiscientos residentes en una localidad asentada en torno a un vial que
representan tres Kilómetros de longitud.
En alguno
de los momentos que salí a esa deliciosa terraza: Se ha visto transitando algún
vecino que se aproxima a la farmacia o su caminar posible era aproximarse a la
tienda de comestibles: aislados, solitarios. Ese sentir, generalizado, invade el
Espíritu de la Persona, enclaustrada en su vivienda. Un aislamiento temeroso,
que amedrenta al mas valiente porque “al Bicho”, no se le ve. Sabemos lo que
está ocurriendo a poca distancia de nuestro pueblo. Una situación tan violenta
como intranquilizadora. El temor, el desconcierto, están ahí.
Otra de
las veces que arribamos al aire de la tarde en la terraza, sin necesidad de
agudizar el oído, nos percatamos del silencio reinante en el Pueblo. Pero también nos imbuimos de los sonidos del
monte, frente a nuestra casa: Ese monte milenario, del que el Pueblo extrajo
sueldos, alegrías y dramas.
Escuchar
la Coruxa, y alguna vez también el Buho Real, los ladridos desaforados de los
perros que ladran al miedo de la noche y a los depredadores que se aproximan al
pueblo. Si, claro, las personas faltan, pero antes las personas (al lobo, al
zorro y a otras alimañas) fueron hechándolas lejos del pueblo, hoy éstas, vuelven
a retomar lo que en tiempos pretéritos fueron sus reales dominios.
Ya noche
cerrada, no se siente un mínimo ruido de transito ni siquiera hoy los perros mantienen
la algarabía de otros ratos y anteriores noches. Está calmo, callado y el
silencio se enseñorea de la travesía y de las calles adyacentes. Un silencio crispante,
desconocido, también como no, solitario. Esta fue una jornada mas que abre la
puerta en la noche a una nueva jornada de estar en casa, encerrados, como si
fuera un ejercitarse en recogimientos de fe en vísperas de proximas fechas de religiosidad
en Penitencias y Recogimientos.
Villaseca
de Laciana, 21 de marzo de 2020